Este es un concepto nuevo con el que me he topado esta mañana (seguramente porque ya me ronda la quinta etapa de la Escuela de Gaia, que tiene que ver con Avalon). Y la verdad es que me ha sorprendido bastante. Por un lado, porque tenía el tema avalonero bastante aparcado y por el otro, porque nunca había conectado con este lado del prisma de la famosa «unión sagrada» (masculino-femenino). Y mira, me mola, porque si conecto con cosas nuevas, seguramente será porque yo no soy la misma (o eso me quiero creer).
El caso es que, al enchufarme esta mañana a mi conexión avalonera mientras iba al trabajo en el autobús, es como si hubiese cambiado de dirección (mental, claro, el autobús ha seguido por su camino, menos mal) y me he dado cuenta de que la «unión sagrada«, si así se elige, se puede aprovechar para honrar la dualidad. La dualidad y los santos c***nes que hemos tenido para venir aquí a vivirla y a «bajar el cielo a la Tierra».
Suena raro ¿verdad? Tanto hablar de trascenderla… ¿y ahora la honramos? Pues sí. Porque de algún modo tenemos el vago recuerdo de que ese era el plan: explorar la separación y la dualidad y recordar el camino a casa. Pero la separación duele tanto… Al final, entre pitos y flautas se nos olvida todo esto y nos pasamos la encarnación en modo EPT (o PTS, si te gusta más en inglés) y sin acordarnos de nada. Tal vez por eso la «unión sagrada» es tan hermosa y tan escorpiana ella: nos recuerda que no estamos separados (aunque solo sea por un ratito) y nos permite volver a la dualidad honrando nuestra tarea y a la dualidad misma (que oye, si está ahí, digo yo que por algo -o para algo- será).
Seguiré explorando este concepto recién estrenado (de esta misma mañana, vaya) porque de repente le ha dado una calidad diferente a la vida en general. Menos mal que no hace falta ni «unión sagrada» ni nada para «honrar la dualidad» si ves que te resuena. Y por «honrar la dualidad» me refiero a honrar tu valor al encarnar en ese plano y a honrar lo divino en ella. Si lo haces, cuéntame, porfa, que a mí me ha parecido tan raro como potente.
Maria, así es, el "soy humano" sagrado, el templo, el creador del verbo que construye la magia se honra y su dualidad desde lo divino, lo bendito-lo bien dicho. dualidad en todo sentido en el perdonar y ser perdonado por uno mismo hacia uno mismo por ejemplo. la unión y la separación se honra pues abre caminos a entender mas este humano.